Desperté como todas las mañanas, con la misma cuestión en la cabeza, un problema o tal vez recuerdo de ayer que acecha en los momentos menos indicados. Coloqué dos cucharadas más sobre la taza de café deseando que el día no fuese amargo y me dispuse a empezar el camino hacía la silla fría e incomoda del instituto. Pasan las horas... y me doy cuenta de que todo ha cambiado, lo que ayer era increíblemente perfecto hoy tan sólo es un recuerdo más, que injusta la vida que arrebata las cosas cuando más hacen falta.